Molinismo para Tontos: La Oración Cambia las Cosas

Por Dr. David Oldham | Traducido por Allan Sánchez

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December 20, 2017

Este es el comienzo de una serie titulada “Molinismo para Tontos” (y también para personas inteligentes). El Dr. David Oldham es un pastor que ha sido calvinista durante décadas. Dave en realidad influenció mis creencias calvinistas, que eventualmente llegué a rechazar años después. Después de los últimos meses de debates amistosos con un café, ¡Dave Oldham es ahora un molinista activo! Mira el fantástico ensayo de Oldham sobre cómo la oración cambia las cosas desde una perspectiva molinista. – Tim Stratton

 

 

Nosotros, los cristianos, muchas veces utilizamos términos sobre nuestra fe sobre los cuales a menudo no hemos pensado mucho y puede que incluso no comprendamos. Un ejemplo es hablar de nuestra fe personal como teniendo una “relación con Dios”. Cuando era pastor de jóvenes, utilicé esa terminología cuando hablé con un padre, y él inmediatamente me preguntó a qué me refería. Admito que me sorprendió un poco su pregunta, pero fue un buen chequeo de la realidad para asegurarme de que utilicé palabras que tienen un significado para mí, y también me hizo pensar en lo que significa tener una relación con Dios.

Ciertamente, una “relación” significa más que el simple perdón que las personas reciben por la fe en Jesucristo y su muerte en nuestro nombre. Implica al menos una comunicación/comunión continua con Dios, un elemento clave de la oración. Pocos estarían en desacuerdo con esa conclusión, pero muchos, sin embargo, luchan con la forma de hacer que esa comunicación con Dios funcione. También podrían reconocer que la oración NO es un ritual hecho por el hombre sino que es una práctica y una tradición (1) que se remonta al Jardín del Edén, (2) que es evidente en todo el Antiguo Testamento, y (3) que fue especialmente enseñado y aclarado por el mismo Jesús. Enseñó a sus seguidores acerca de la oración, modelando en su comunión con su padre y dando instrucciones específicas (por ejemplo, el Padre nuestro y el discurso en Lucas 18). Sin embargo—a pesar de “orar” o “oración” se usa 316 veces en la Biblia y se han escrito una multitud de libros al respecto—la práctica de orar ha dejado perplejos a muchos cristianos, y quizás ninguna área ha sido más desafiada que con la siguiente pregunta: “¿La oración funciona?” La pregunta es expresada de muchas maneras diferentes: ¿La oración cambia cosas? ¿Cualquier cosa? ¿”Contesta” Dios mi oración? ¿Mi oración? ¿Acaso cambia el plan de Dios? Estas preguntas pueden no ser urgentes hasta que tengamos algo que realmente necesitamos, algo por lo cual estamos desesperados. Entonces las respuestas son extremadamente importantes.

Considera este ejemplo de un amigo. John fue un pastor devoto durante muchos años. Luego, su piadoso hijo, que cursaba el segundo año de la universidad, contrajo cáncer y, a pesar de las oraciones de cientos de creyentes y familiares, y siendo ungido con aceite y puesto en oración por los ancianos de dos iglesias, sufrió una muerte terrible. Fue una pérdida indescriptible para él y su esposa. Sus muchos amigos ofrecieron muchas palabras de consuelo. Y algunos con buenas intenciones trataron de alentarlos con las siguientes palabras: “¡Su partida fue la curación definitiva!” Sus padres ciertamente estuvieron de acuerdo de que su partida fue un alivio para él (y para ellos) después de todo su sufrimiento, pero no fue precisamente lo que ellos le suplicaron a Dios que hiciera. ¿Qué crees que pensaban sus padres sobre esto después de su pérdida? Mi pastor amigo no encontró las palabras reconfortantes. De hecho, él contó que la pérdida y la desilusión con la oración no solo afectaron profundamente su fe, sino que no pudo orar durante seis meses mientras procesaba las implicaciones de la oración sin respuesta.

O considere cómo otros han explicado a menudo el misterio de la oración: “A veces Dios dice ‘No’. Otras veces ‘Sí’. Y, sin embargo, otras veces ‘Espera'”. Yo mismo he dicho eso. Pero creo que nunca pensé demasiado sobre las implicaciones de tal respuesta. No estoy tratando de ser irreverente cuando digo esto, pero ¿esto no permite que Dios “salga librado del problema?” ¡Él gana todo el tiempo! ¿Y qué hace pensar así con la motivación para orar de una persona? ¿No socava sutilmente la oración seria y expectante? ¿Cómo es eso? ¿La persona que ora sabe alguna vez si su oración ha hecho o hace la diferencia? ¿No es motivada la oración de una persona al pedir, suplicando a Dios que responda a su pedido específico, dándole lo que él había pedido, es decir, con un “Sí”? [1] La oración usando una filosofía como la de “elección múltiple” (¡si pudiera expresarlo de esa manera!) podría llevar fácilmente a—me temo—una oración a medias, o más peligroso aún, al deterioro de su fervor, a la extinción de su pasión, o causándole a volverse un ejercicio raro. ¿Qué diferencia hace la oración?

Curiosamente, justo hoy, en una reunión de almuerzo con un hermano en Cristo—que buscaba sabiduría para tomar una decisión importante—surgió el tema de la oración. Me habló de un maestro al que respetaba que le había preguntado a la gente en una conferencia que asistió la pregunta: “¿Responde Dios a la oración?” Hubo un silencio de perplejidad entre la multitud, porque no estaban seguros de cómo responder. Entonces el maestro respondió la pregunta él mismo: “¡No! ¡Nada cambia el plan de Dios!”

¿Qué quiso decir con eso? Probablemente se estaba refiriendo a lo que muchos cristianos creen: que desde toda la eternidad pasada Dios sabe lo que ocurrirá en nuestro mundo. Nada lo toma por sorpresa. Por lo tanto, en las palabras de un notable erudito evangélico:

Si oras individualmente o si tú y yo uniéramos fuerzas en la oración o si todos los cristianos del mundo oraran colectivamente, no cambiaría lo que Dios, en Su consejo oculto, ha determinado hacer… Entonces, ¿la oración cambia la mente de Dios? No. [2]

Sorprendentemente, R. C. Sproul continúa respondiendo la pregunta similar:

“¿La oración cambia las cosas? Sí, por supuesto… Lo que la oración más a menudo cambia es la maldad y la dureza de nuestros propios corazones…” [3]

¿Es por eso que la mayoría de los cristianos oran: deseando que Dios los cambie? ¿O oran, haciendo una súplica por algo de un Dios que invita a sus hijos a preguntar por sus propias necesidades o las de los demás a quienes aman? ¿Y qué sugiere esto acerca de la oración modelo—comúnmente llamada el “Padre nuestro”—que Jesús dio a sus discípulos como un patrón para su oración? Ciertamente, esta oración no se enfoca en cambiar “nuestros propios corazones” sino en recibir las necesidades y peticiones específicas que están en nuestros corazones.

Muchos cristianos pueden no pensar en las implicaciones de tal posición, pero con la reflexión podrían preguntar: Si Dios tiene un plan soberano para la historia—es decir, un plan que se determinó “antes de la fundación del mundo” y que se cumplirá hasta el más mínimo detalle hasta el momento en que el “Reino de este mundo se convierta en el reino del Señor y de Cristo”—¿Qué diferencia hará o hace la oración? ¿No conduce a lo que tal vez un creciente número de cristianos cree: “¿Por qué orar? Dios hará lo que quiera de todos modos”? La mayoría, por supuesto, no diría eso, pero bien podrían pensarlo, y al pensarlo, tienen profundas dudas sobre el mérito de orar en absoluto. La pregunta permanece: “¿Las oraciones de los discípulos serios de Jesús hacen una diferencia, alguna diferencia?” ¿O es como el dicho en español: Lo que será, será? ¿Acaso esto no promueve a un pesimismo entre los cristianos que la oración es una buena idea religiosa pero que no hace alguna diferencia?

Esto pone de manifiesto un gran dilema: El plan de Dios (fijo y seguro desde la eternidad) versus la clara instrucción de Jesús y sus discípulos de orar y orar con expectación: Ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:6); “No tenéis, porque no pedís” (Santiago 4:2); “Rogad al Señor de la mies…” (Mateo 9:38); “Pedid, y se os dará…” (Mateo 7:7); “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13; 15:7); etc., etc. O las palabras del apóstol Pablo en Filipenses (4:5-7):

 El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

Todos los textos anteriores—y muchos más en la Biblia—ciertamente declaran que nuestras oraciones en tiempo real sí marcan una diferencia en nuestro mundo, es decir, que Dios no solo escucha nuestras peticiones específicas, sino que contesta: “Lo haré”.

Pero para volver al tema planteado anteriormente y preguntar de nuevo: “¿Por qué orar si no cambia el plan de Dios?” El creyente puede desear aferrarse a ambos (1) la instrucción de orar (porque las Escrituras dicen que hace la diferencia) y (2) creer en el plan fijo de Dios, pero al mismo tiempo encontrar a su orante tímido, carente de confianza (fe), o peor aún, decidir no orar en absoluto. ¿Podría este deterioro de la confianza en la oración no reflejar lo que Jesús estaba advirtiendo cuando daba instrucciones a sus discípulos sobre la oración?

Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer… Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:1, 8)

Jesús esperaba que sus seguidores oraran—y que siguieran pidiéndole sus necesidades, sus pedidos específicos (como la viuda)— pero al mismo tiempo predijo que su confianza disminuiría al lugar donde la oración creyente sería una práctica poco frecuente cuando regrese al final de la historian del mundo.

Tales dudas y preguntas personales, entonces, tienen cierta urgencia y deben abordarse entre los creyentes y en nuestras iglesias. Son problemas reales. A veces se discuten en el debate entre teólogos y filósofos sobre el tema de la libertad humana y el determinismo. Y las posiciones y las explicaciones que proponen son diversas, pero a este escritor le parece que una posición calvinista consistente—que la oración no cambia el plan de Dios, un plan establecido desde toda la eternidad—lleva inevitable y racionalmente a un pesimismo acerca de la oración, es decir, la oración que espera que todo lo que se pide sea hecho. Para expresar tal posición de otra manera, la oración en cualquier momento después de la creación del mundo—ya que tal oración es cronológicamente después de que el plan de Dios fue establecido—no puede cambiar retroactivamente nada sino nosotros, aunque admito que hay algo bueno en cualquier cambio humano provocado por nuestra búsqueda y dependencia de Dios.

Por el contrario, lo que Luis de Molina propuso proporciona algunas ideas únicas y motivadoras sobre el misterio del pensamiento y las acciones de Dios en respuesta a la oración de su pueblo. Y su enseñanza da una base racional para la oración específica en un mundo en el cual Dios está soberanamente elaborando su plan, un plan establecido desde la eternidad. Lo que sigue, entonces, esbozar su posición y sus ideas, el fruto de lo cual promueve orar con expectativa y confianza de que la oración efectivamente impacta lo que sucede en nuestro mundo.

No hay necesidad de una explicación compleja del pensamiento de Molina. Para sorpresa de algunos, incluso estuvo de acuerdo en que el plan eterno de Dios se cumplirá con detalles precisos. Lo que hace que su posición sea diferente a la del calvinista es su insistencia en el pensamiento de Dios en el desarrollo de ese plan. En el conocimiento medio de Dios, él sabía acerca de todos los mundos posibles y sabía cómo cada persona pensaría y actuaría libremente y cuál sería cada circunstancia que ocurriría. “Would” es una palabra importante en el Molinismo [Nota del traductor: Esto sería en el inglés, en nuestro caso sería las palabras en el modo condicional o subjuntivo, aquellas que terminan en “ía”]. El pensamiento y la definición calvinista se enfoca en él como un término para el determinismo: “debería o debe ocurrir”. Molina—mientras miraba la enseñanza complementaria de la Escritura de la libertad humana—propuso que el conocimiento medio de Dios abarca el hecho (1) que su plan fue formulado con su compromiso de darle al hombre libertad de pensamiento, opciones y decisiones; (2) que su plan fue hecho en el contexto de dar a todas las personas su gracia; y (3) que su plan fue motivado por su amor y su anhelo de que las personas experimenten lo mejor de Él y de ellos. Esto no significa que una persona merece un cierto destino—él o ella no lo hace—pero significa que Dios, al formular el mundo que crearía, determinó soberanamente la mejor de todas las posibilidades para que aquellos que experimentan su juicio lo hagan porque lo han elegido por sí mismos, mientras que por otro lado, aquellos cuyo legado se convierte en eternidad con Dios entren en ese destino únicamente por la gracia de Dios.

Entonces, ¿cómo se relaciona esto con la oración? Como Dios “pesó” todos los mundos posibles y lo que cada persona (a quien crearía para habitar el mejor de los mundos posibles) pensaría, decidiría, haría libremente, Él incluyó en ese proceso las oraciones (a lo largo de toda la historia humana) de sus futuros hijos. En otras palabras, lo que pedirían en sus oraciones aquellos a quien Dios llamaría “su pueblo” fue tomado en consideración—factorizado dentro—cuando se formuló su plan. Por supuesto, no todas las oraciones fueron “respondidas” (incluidas) en el plan de Dios, porque algunas serían tontas, dañinas, no serían posibles (si el mundo creado fuera el “mejor” de todos los mundos posibles), o no sería factible (por ejemplo, si eliminó la libertad y la elección humana). [4] Pero algunas, tal vez muchas, eran consistentes con lo que Dios en su sabiduría deseaba y, por lo tanto, serían “respondidas”.

Un diagrama a continuación busca dar una visión general de lo que la discusión anterior describe (nótese que “eternidad sin comienzo” se refiere al estado estático de la aseidad de Dios lógicamente antes de Su primer acto):

MacGregor (2005: p.123) lo dice bien:

Porque Dios conoció a través de su Conocimiento Medio cómo cada persona posible oraría libremente en cualquier conjunto de circunstancias, Dios usa esta información providencialmente para ordenar el mundo de tal manera que al menos algunas de nuestras oraciones hacen una profunda diferencia en la historia del mundo. Como parte de la abundancia de decisiones libres que Dios toma en su decreto para crear este mundo, Dios decide responder a algunas de nuestras oraciones de tal manera que las oraciones cambien el curso del futuro…

Esto puede ser confuso al principio, pero esto resuelve el problema de la oración. No conocemos el plan de Dios para nuestro mundo ahora o los eventos del futuro inmediato o después de que muera. Pero las Escrituras nos invitan e instan a orar. De hecho, Dios busca a su pueblo para orar. Por supuesto, Dios no nos necesita, pero él ha elegido soberanamente usarnos a nosotros y nuestras oraciones para llevar a cabo su plan en nuestro mundo (del mismo modo que ha elegido usarnos para incrementar su reino al compartir el Evangelio y usar nuestros dones entre nuestros hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo).

Por lo tanto, oro por mis hijos, mis nietos, mis amigos (y enemigos), mis circunstancias, los líderes gubernamentales, por los perdidos, por los salvos, etc., etc. ¿Por qué? Porque eso es lo que las Escrituras dicen que puedo hacer, y que Dios no solo oye sino que contesta. Algún día podremos mirar atrás y ver cómo nuestras oraciones ahora hicieron una diferencia en el plan que Dios determinó antes de que el mundo comenzara. Las Escrituras incluso afirman que nuestra falta de oración afecta lo que sucede:

Las gentes de la tierra han hecho violencia y cometido robo, han oprimido al pobre y al necesitado y han maltratado injustamente al extranjero. 30 Busqué entre ellos alguno que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que yo no la destruyera, pero no lo hallé. (Ezequiel 22:20-30).

Por lo tanto, se insta a los creyentes a orar de manera específica y expectante. Esta impacta lo que sucederá.

¡Esto es fascinante de pensar! Si bien nuestras oraciones de hoy conforman lo que sucede en el mundo actual, Dios las conocía desde toda la eternidad pasada y fueron incorporadas en su plan creado antes de que el mundo comenzara. Por lo tanto, mientras mis oraciones NO cambian el plan de Dios—establecido desde toda la eternidad—Dios conocía mis oraciones y ellas influenciaron lo que se convirtió en su plan. MacGregor (2015: p,123ff) es muy audaz al afirmar a esta consideración de que somos “cocreadores del mundo con Dios”. [5]

Por lo tanto, ¡ORA! No solo cambia las cosas, sino que hace una diferencia en las vidas de los demás y en las circunstancias en que se encuentra nuestro mundo.

“Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer…”

Notas

[1] Más adelante en este artículo hay algunas pautas de muestra de Jesús y otros sobre el tema de la oración. Teniendo en cuenta esas muestras, a una persona le resulta difícil justificar el pensamiento como—sí, no, espera—al leer palabras que animan al pueblo de Dios a pedir, y pedir con la promesa de que recibirán lo que piden. La oración consiste en preguntar por asuntos específicos, inquietudes, cosas y obtener respuestas específicas.

[2] R. C. Sproul, at http://www.ligonier.org/blog/does-prayer-change-gods-mind/, accedido el 5 de agosto de 2017.

[3] Ibid. Compare Jonathan Edwards, The Works of Jonathan Edwards, 2.116, citado por Sproul: ‘Con respecto a nosotros mismos, Dios requiere oración de nosotros… La oración ferviente de muchas maneras tiende a preparar el corazón. De este modo es despertado el sentido de nuestra necesidad… por el cual la mente está más preparada para premiar [su misericordia]… Nuestra oración a Dios puede despertar en nosotros un sentido y consideración adecuado de nuestra dependencia de Dios por la misericordia que pedimos, y un ejercicio adecuado de fe en la suficiencia de Dios, para que podamos estar preparados para glorificar su nombre cuando se reciba la misericordia’. Compare también la cita de Sproul de Juan Calvino, Institutos 3.20.3: ‘El Señor instruyó a su pueblo a orar, porque él lo ordenó no tanto por su propio bien como por el nuestro…’ Disponible en http://www.ligonier.org/blog/if-god-sovereign-why-pray/,accedido el 5 de agosto de 2017.

[4] Palabras de MacGregor (2015): ‘Molina llamó la atención a la afirmación de Jesús [en Mateo 7:7-11] que el Padre dará buenos dones a los que le pidan, [señalando que] Jesús no dijo que el Padre le dará a sus hijos dones que son lógicamente imposibles, lógicamente inviables, malos para sus hijos o beneficiosos para sus hijos a expensas de otros. En todos estos casos, los dones no son objetivamente buenos… Flint capta la esencia del razonamiento de Molina cuando dice: “Quizás Dios siempre nos da las cosas buenas que solicitamos. Quizás las oraciones que él no responde son casos en los que lo que hemos orado no hubiera sido bueno para nosotros o para otros”. Entonces, los cristianos siempre pueden estar seguros de que Dios empleará su conocimiento medio para responder a todas y solo las oraciones que lograrán el bien objetivo. Cuando oran, los cristianos nunca deben temer al, “Ten cuidado con lo que deseas, porque es posible que lo obtengas”, o nunca deben preocuparse porque trajeron algo de tragedia a través de una oración cargada de emociones’.

[5] ‘Molina…[ponlo de esta manera]: “Aquí está la prueba, en la medida en que los justos a través de sus propias oraciones… recibieron de Dios muchas bendiciones naturales. De hecho, las oraciones de Isaac hicieron que Rebecca fuera fértil de su estado de esterilidad. Mediante la oración, Ana recibió a su hijo Samuel y Zacarías recibió a Juan el Bautista. Y las oraciones de los justos obtuvieron y obtendrán en el futuro muchas bendiciones naturales y contribuirán en gran medida a la salvación de muchos “. En respuesta a su conocimiento medio de las oraciones de estas personas, Dios providencialmente arregla el orden natural de una manera diferente a como lo habría ordenado sin las oraciones o intervendría sobrenaturalmente de una manera que no hubiera hecho sin las oraciones… Si en alguno de estos eslabones de la cadena que forma nuestro mundo, las personas relevantes no oraran, el mundo sería un lugar radicalmente diferente de lo que en realidad es…’

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About the Author

Por Dr. David Oldham | Traducido por Allan Sánchez

David Oldham graduado en la Universidad de Illinois (BA), recibió un M.Div. de la escuela Trinity Evangelical Divinity, y un D.Min. de Fuller Seminary (2000). Ha hecho un posdoctorado con Dallas Willard (Curso: "Formación espiritual"). Durante 42 años, Oldham fue pastor en la Iglesia Evangélica Libre de América (Evangelical Free Church of America) y luego pasó 3 años como misionero en Honduras.